El periodista Enrique Ballester se prepara para afronta el playoff con cautela
Iván Higueras. Castellón
El 12 de junio de 2017, el grupo Capital Albinegro encabezado por Vicente Montesinos, Jordi Bruixola, Ángel Dealbert y Pablo Hernández, se hacía con el control del club, poniendo fin a la peor etapa de la historia de la mano de David Cruz y Castellnou. Ahora, casi un año después, Enrique Ballester, periodista y autor del libro Infrafútbol, se prepara para encarar otra eliminatoria más en Tercera, pero esta vez con mayor optimismo, tras varios años escribiendo sobre las desgracias e infortunios del equipo albinegro.
La semana pasada, con la victoria albinegra frente al Orihuela C.F ante 13 000 aficionados y el homenaje al histórico portero albinegro de los años 70 y 80 Dragomir Racic, la afición volvió a creer en el ascenso, pero Enrique Ballester es prudente: «El Castellón ha hecho un manual del drama estos años. La primera vez en Córdoba te eliminan en un penalti en la prórroga; en la segunda quedas campeón y pierdes en la repesca en una tanda de penaltis; contra el C.F Gavà fallas el penalti de la victoria y el año pasado te meten gol en el 96».
Ballester lo tiene claro y considera que, aunque este año no se suba, se ha dado un paso de gigante para devolver al Castellón al fútbol profesional: «Este año se ha explotado muy bien la parte identitaria y emocional. El Castellón ya no puede competir con el Villarreal y los grandes a nivel futbolístico y desde la perspectiva de éxito, pero sí a nivel de relato, y es un paso muy importante para crecer». Enrique Ballester considera muy positiva la entrada de Garrido para solventar la deuda con Hacienda, pero se confiesa: «Habría sido positivo encontrar algún mecanismo de control por parte de la afición para evitar situaciones de indefensión».
El club está consiguiendo, gracias al marketing y a la lucha por fortalecer ese relato, aunar de nuevo a la sociedad castellonense en torno a su equipo. Ballester recuerda cómo ese mismo relato le permitió introducirse con su libro Infrafútbol, que trata sobre el C.D Castellón, en la colección Hooligans Ilustrados de Libros del Ko, en la que hay «buenos equipos y grandes periodistas». Ballester afirma que conoció a uno de los editores, Emilio Sánchez Mediavilla, de casualidad: «Fue muy curioso porque yo tenía un compañero en el periódico que estudió en Getafe y vino con Emilio a una fiesta, pero no me lo presentó como un editor de Libros del Ko. Nos tomamos unas copas y surgió la magia».
Al poco tiempo, Ballester comenzó a enviarle sus escritos sobre el Castellón y consiguió que un equipo con un mercado pequeño se vendiera a nivel nacional con otros clubes como Real Madrid, Barcelona o Atlético de Madrid: «Les pareció muy interesante el relato de un club hegemónico en una provincia cualquiera, que pierde su lugar por la aparición de un club vecino y que le obliga a buscar un nuevo relato; no de éxito, pero sí identitario».
El C.D Castellón busca recuperar su lugar entre los más grandes del fútbol español, un espacio que abandonó a la vez que el surgimiento de las sociedades anónimas deportivas (SAD). Para Enrique Ballester, «las SAD no fueron determinantes en el hundimiento del Castellón, pero sí que es verdad que nos pillaron con el pie cambiado». Además, Ballester afirma que «el Castellón siempre ha sido un club institucionalmente convulso y con poco dinero».
Las SAD suponen un modelo de club en el que el capital suele estar reducido a pocas personas y la afición tiene pocos mecanismos de defensa y herramientas para influir en el gobierno del club. Sin embargo, Ballester hace hincapié en que al Castellón no le ha ido mal solo con las sociedades anónimas deportivas: «No deberíamos caer en la trampa de la nostalgia y de que tiempos pasados fueron mejores». Con la visita de Racic, Enrique Ballester le entrevistó para el Levante de Castelló: «Me hablaba de que le engañaron para venir, que había impagos y no era libre para irse, incluso de trampas federativas, y eso antes de las SAD».
En la historia reciente del C.D Castellón ha habido más jugadores que han sufrido la tiranía de los directivos. Uno de los futbolistas que Ballester recuerda con más cariño es Aarón Torlá: «No es el mejor jugador que he visto en un campo de fútbol, pero asumió la capitanía junto con Jordi Marenyà y nos dieron una lección a todos». En 2012, el paso de dos presidentes como Fernando Miralles y Jesús Jiménez llevó al club al borde de la desaparición. Sus falsas promesas provocaron que los jugadores más conocidos abandonaran el club por impagos y se quedaran jugadores jóvenes y de la casa. «Cuando había muchas voces que empujaban a la refundación, ese vestuario de chavales hizo mucho por la supervivencia del club y me gustaría que se recordara», afirma Ballester.
El Castellón se ha reencontrado con la estabilidad deportiva necesaria para poder volver al fútbol profesional, pero Ballester no olvida la última década: «Yo pensaba: ojalá estuviera trabajando en un periódico de Burgos, que me da igual si el Burgos desaparece o no. Yo me llegué a plantear dejarlo porque me estaba afectando al volver a casa en mi vida personal». Enrique Ballester lleva desde 2007 escribiendo crónicas y siguiendo al Castellón en su andadura por las catacumbas del fútbol español y lo que le ha mantenido vivo es su propio estilo literario: «Un amigo me dijo que tenía que ver el fútbol de otra forma y es cuando encontré un refugio en el humor. Cuando asumes que la victoria de tu equipo no depende de ti, eres más feliz».
El Castellón sigue preparando su partido contra el Alzira, un encuentro que puede significar su último partido en liga regular en Tercera División. Enrique Ballester solo tiene un deseo: «Yo quiero pensar que, cuando subamos, todo este sufrimiento en Tercera habrámerecido la pena y nos sentiremos orgullosos de haber luchado por mantener nuestra identidad, nuestra historia y a nuestro C.D Castellón».
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